Capítulo 10.
Caminaban en silencio, un silencio no muy cómodo, pero preferían ignorar aquel pequeño detalle. El cuerpo de Jimin ya estaba a una temperatura adecuada, sus pies no dolían y sentía las piernas. Jaehyun dejó de temblar y ahora dormía plácidamente en los brazos de su madre con el abrigo cubriéndolo. Llegaron a la habitación número 12, Jungkook frenó su paso y Jimin paró detrás, era una puerta blanca con el picaporte dorado por lo que pudo ver el omega. El alfa abrió la puerta haciéndose a un lado para darle el paso al omega, el menor lo miró a los ojos pidiéndole permiso, el alfa entendió su mirada y le tendió un leve asentimiento.
La habitación era enorme, tenía una pequeña sala a un lado de la entrada, una cocina que se veía a lo lejos, era algo pequeña, pero era más que suficiente para el castaño. Los ojos del omega recorrían curiosamente el lugar, viendo los detalles de las lámparas que se encontraban adornando cada rincón, viendo las paredes color crema, era perfecto. No sabe en qué momento llegó a la habitación, pero Dios, era enorme. Lo primero que observó fue la cama matrimonial que se encontraba a un par de pasos de él, era enorme, tenía una colcha gris, se veía extremadamente suave y unas almohadas color blanco. Había una mesita de noche a un lado, con una lámpara que tenía los mismos detalles que las que habían en la sala, un enorme televisor estaba al frente de la cama sobre una mesita de madera y lo mejor era la vista. Había un enorme ventanal que daba a la ciudad, era precioso ver las pequeñas luces que adornaban las calles de Seúl desde allí.
Jungkook estaba apoyado en el marco de la puerta, viendo como el castaño veía cada pequeño detalle de la habitación.
—¿Te gusta? —se atrevió a preguntar el de ojos verdes.
Jimin volvió a la realidad, cayendo en cuenta que había una persona extraña en la misma habitación y como si fuera poco era un alfa. Jungkook notó el cambio de clima en el ambiente. El castaño miró a la persona que estaba en la puerta y dio un vago asentimiento.
—¿Necesitas algo? —Jimin negó al instante—. Bien. Tú pide lo que quieras, no sientas que estás abusando de algo, ¿está bien? —volvió a asentir—. Okay, yo tengo que irme, te dejo que te pongas cómodo. Espero que pasen una linda noche—dijo dejando al omega solo en el cuarto.
El omega escuchó la puerta cerrarse y un silencio total reinó toda la habitación, el aire volvió a sus pulmones. Si bien, ya había visto al alfa antes, no confiaba en él, aunque su omega le repetía que no les iba a hacer daño, él no confiaría.
Dio un par de pequeños pasos y acostó a su bebé en la cama, el menor se acomodó gustoso. Puso un par de las almohadas que habían allí a su alrededor, por si se movía de más, para que no se caiga. Fue a recorrer él mismo todo, estaba realmente fascinado, era todo lo que quería tener, parecía un sueño. Caminó hasta la cocina, pasó su dedo índice por la superficie de la barra que se encontraba ahí, tocando el reluciente mármol. Abrió la heladera y vio que había agua, leche y un par de frutas, todo lo que necesitaba en ese momento, agarró una manzana desesperado, ni siquiera le importo lavarla, solo la comió. Su estómago agradecía que estuviera ingresando a su organismo algo de comida.
Revisó la alacena, no había nada como era de esperase. Volvió a la habitación y revisó que su cachorro estuviera bien, una vez que chequeó que todo estuviese bien fue hacia lo que supone que es el baño. Entró y quedó asombrado, no era muy grande, no era muy chico, era normal, era perfecto. Había un pequeño lavamanos, un espejo sobre la pared y una bañera blanca, ese lugar era un sueño. Salió de ahí y volvió al cuarto viendo que todo estuviera bien, acomodó las almohadas de nuevo aunque no se haya movido, y volvió al baño. Abrió la canilla y admiró como el agua caía sobre el duro material de la bañera. Se sacó la ropa, la dejó arriba de la tapa del inodoro y se miró en el espejo, no le gustó lo que pudo observar. Sus costillas se marcaban un poco, su piel era mucho más pálida de lo normal, aquella pequeña pancita ya no estaba. Era un omega descuidado con rastros de calle en él, con rastros de supervivencia. Los días sin comer para que su bebé lo hiciera dieron sus frutos y lo estaba viendo frente a él.
Se metió en la bañera, sus ojos se cerraron al sentir el agua tibia en su piel. Se quedó un rato así, solamente disfrutando de la cálida sensación que el agua tibia le aportaba, hace demasiado que no disfrutaba de algo así.
Cuando llegaba el momento de bañarse, él y su cachorro lo tenían que hacer en un baño público. Su tiempo eran solo unos pocos minutos y había que hacerlo de prisa, el agua era fría y había que usar el jabón que había para lavarse las manos. Así que Jimin se dedicó a disfrutar de algo tan simple que no sabía que le podría hacer falta en algún momento, se enjabonó despacio, sintiendo el jabón sobre su piel, disfrutando el aroma que este le brindaba. Miró el agua que estaba de un color oscuro por toda la suciedad que había en su cuerpo y supo que ya era hora de salir. Había un pequeño estante a un lado donde había toallas, tomó una y se secó, se puso la misma ropa porque era la única que tenía y fue a acostarse con su bebé.
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Jungkook caminaba rápido a su departamento, trataba de ir lo más de prisa que sus piernas podían. La noche estaba helada y el alfa lo estaba sintiendo, se abrazaba a él mismo para ver si podía generar algo de calor, pero no pasaba.
Entró al edificio y soltó un suspiro cuando el ambiente cálido lo envolvió, su cuerpo poco a poco se iba normalizando. El ascensor llegó a su piso, abrió la puerta con cuidado de no despertar a su padre, entró sigilosamente y fue hasta su habitación. Se despojó de la ropa y se puso un par de prendas para dormir, miró la hora en su celular que descansaba en la cama, eran las cuatro y veinte de la madrugada. Se acostó, pero no dejaba de dar vueltas, el omega vino a su mente de repente y una sonrisa escapó de su labios.
La reacción al ver el cuarto, al ver los detalles de este, al ver lo grande que era el lugar, sus ojos con ese leve brillo, sus pequeños pasos por la habitación, su detenimiento al admirar todo lo que lo rodeaba, Dios, era realmente hermoso. Era loco que su alfa le dijera que ayude a un omega que ni siquiera conoce, era loco que sintiera él mismo la necesidad de hacerlo, era loco que haya salido en el medio de la madrugada y era loco que le haya pagado tres noches en un hotel cinco estrellas a una persona que no conoce. Entre medio de tanto pensar se quedó dormido.
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La alarma se escuchaba a lo lejos y Jungkook no quería abrir los ojos, pero unos pasos hizo que los abra de golpe.
—¡Jungkook apúrate! Yo no soy como tú, quiero llegar puntual —escuchó a su padre que gritaba desde la sala.
Se acomodó boca arriba y miró el techo, poco a poco se iba despertando, miró el celular y ya era algo tarde. Casi salta de la cama, se puso un traje rápido y salió de su cuarto para ir al baño. Una vez listo, trató de acomodar sus rizos como pudo, y fue a encontrarse con su padre que estaba sentado en el sofá tomando un café.
—Buenos días —dijo Jungkook con la voz algo ronca.
—¿Buenos días? Yo diría buenas tardes, por tu culpa llegaremos tarde —dijo él mientras le daba un sorbo a su café.
—Lo sé, lo siento. No fue una buena noche.
—¿En serio? Entonces, ¿a dónde estabas en la madrugada? —Jungkook se quedó sin habla, no sabía qué decir. No le podía decir la verdad, eso serían muchos problemas—. Estabas de fiesta, ¿me equivoco? —dijo él mirándolo fijamente, dejando la taza que ahora ya estaba vacía en la pequeña mesa que tenía en frente.
Jungkook no sabía mentir, siempre se ponía muy nervioso, se inquietaba y no podía mirar a la cara a la persona que le estuviera por mentir. Así que optó por decir que sí con un leve asentimiento.
—Primero no haces lo que tienes que hacer en la empresa y ahora te vas de fiesta. ¡En mi propia cara! Joder, Jungkook, cada día estoy más decepcionado de ti —dijo con un tono de enojo en su voz y su hijo solo podía agachar la mirada. La decepción que sentía su padre era algo a lo que estaba acostumbrado, solo tenía que hacer una cosa mal para que le recordara aquello.
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El sol le dio en la cara, como ya era costumbre, pero ahora había algo diferente, la superficie en donde estaba acostado no era dura, no sentía las tablas del banco en sus costillas, no sentía el calor de su cachorro cerca. Se alarmó y se despertó de golpe, haciendo que quedara sentado en la cama, miró todo rápido y por un momento se asustó, pero los recuerdos de la noche anterior volvieron a su mente. Miró a su costado y pudo ver a su cachorro durmiendo profundamente, sonrió. Se volvió a recostar, dando media vuelta para así poder apreciar a su cachorro dormir. Apreciaba su carita, veía como respiraba lentamente, tirando suspiros de vez en cuando. No aguantó más y llenó de besos su carita, haciendo que el bebé se quejara, siguió haciéndolo hasta que por fin logró despertar.
—Buenos días, hermoso —le dijo cerca de la cara del cachorro. El bebé le sonrió y para sorpresa de Jimin dejó un beso en su mejilla, la sonrisa del omega se ensanchó.
Los dos se quedaron un rato más en la cama, disfrutando de la comodidad que les brindaba. Jaehyun miraba todo con curiosidad, nunca había tenido un hogar propiamente dicho y por esto indagó mucho más el lugar. Luego se levantaron, el omega se acercó al gran ventanal con su bebé en brazos, mostrándole como se veía todo desde ahí y Jae apuntaba con su dedito con gran asombro a la vez que tocaba el vidrio.
Fueron al baño para hacer sus cosas, Jimin le dio un tibio baño a su cachorro, quien jugaba gustoso en la bañera mientras su madre le ponía shampoo en la cabeza. Cuando lo estaba bañando cayó en cuenta de que su hijo no tenía más ropa y fue ahí donde se acordó de que no trajo la maldita mochila. Se maldijo mentalmente, pero era en vano querer ir a buscarla, alguien seguramente ya la había agarrado, nadie perdería esa oportunidad. Le puso el mismo pañal de tela que tenía y la misma camiseta que traía, no había una temperatura muy elevada como para ponerle más prendas, así que prefirió dejarlo así. Le puso las medias que ya tenía antes y lo ayudó a tratar de caminar. El bebé se frustraba y a Jimin le causaba cierta gracia, pero no se iba a reír.
El estómago de los dos rugía y el omega no sabía qué hacer, pudo ver que había un teléfono en la mesita de noche, pero no se atrevía a levantarlo. Sabía que el alfa le dijo que pidiera lo que quisiera, pero sentía que ya le debía mucho y no quería abusar, ya se sentía muy mal por lo del hotel, pedir comida ya era un abuso. Pero Jaehyun se empezó a inquietar por el hambre y el llanto no tardó en venir, así que levantó el teléfono con algo de duda, si, pero tenía que aprovechar esta oportunidad.
—Servicio al cuarto, ¿en qué puedo servirle? — habló un chico del otro lado. Jimin se quedó en silencio un rato—. ¿Aló?
—H-Hola.
—¿En qué puedo servirle, señor?
—Yo... Yo quisiera un desayuno para dos.
—¡Claro! En un segundo se lo estarán llevando.
—Mu-Muchas gracias —fue lo último que dijo antes de colgar.
Trató de calmar a su bebé diciéndole que la comida ya estaba en camino, aunque Jaehyun ya no sabía si creer en él, muchas veces había dicho eso y la comida nunca llegó. Unos leves golpes en la puerta calmaron al bebé, Jimin agradeció eso y fue a ver quien era.
—¡Servicio al cuarto! —dijo la persona detrás de la puerta. El omega abrió y pudo ver a un chico rubio, de tes blanca y ojos color marrones que le tendió una sonrisa—. Hola —dijo amablemente.
—Hola —dijo Jimin casi en un susurro.
—Creo que esto es para ti y para ese pequeñín —dijo estirando la mano para tocar a Jaehyun. Jimin retrocedió un paso hacia atrás y el cachorro escondió su rostro en el cuello del omega—. Oh, lo siento. Los bebés me causan cierta ternura y siempre quiero apretarle los cachetes, lo siento.
—Está bien —el omega no sentía ningún aroma proveniente de aquel chico, por lo que supuso que era beta.
—Okay, creo que te dejo esto —dijo dándole el carrito de metal—. ¡Que lo disfruten!
—Gracias —dijo el castaño, agarrando el carrito y sosteniendo a su cachorro con una mano.
Acomodó las cosas en la barra de mármol que había en la cocina dejando a su bebé en el piso para que gatee un poco. Escuchaba a Jaehyun balbucear palabras inentendibles y reía por ello, la comida se veía asombrosa. El desayuno consistía en dos platos de pancakes con miel arriba, un tazón lleno de frutillas y dos vasos de jugo de naranja, era más de lo que podía pedir. Se sentó en la banqueta de madera y sentó a su cachorro en su regazo. Los dos comieron en silencio, disfrutando la comida, no todos los días iban a tener tanta suerte de desayunar aquello y eso los dos los sabían.
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El trabajo estaba en lo normal, no había tanto como los otros días, pero el dormir tan poco estaba haciendo efecto. Jungkook no se podía concentrar y tenía que leer más de dos veces las cosas para entender, estaba siendo más agotador de lo normal. Su padre le dijo que esa misma noche se iría, cosa que el alfa agradece, no quería aguantar más a su padre y sus reproches o cosas por el estilo, eso lo agotaba el triple y eso que solo estuvo un día con él. En ese momento Dongwook estaba en un bar con un colega, alguien con el que Jungkook tenía que negociar, pero su padre prefirió hacerlo él porque el alfa lo iba a echar a perder.
Así que ahí estaba Jungkook, contestando su último email del día. Se había tomado más de tres tazas de café, pero su cuerpo no respondía a el líquido, su cansancio era más fuerte. Daira se había ido antes, así que solo quedaba él y un par de personas más dentro del lugar.
—Bueno, llegamos a un acuerdo —dijo Dongwook entrando a la oficina. Su hijo levantó la vista de su laptop para prestarle atención al hombre que entraba por la puerta—. Que creo que llegamos a un acuerdo, ¿eres sordo o qué? Puede que llegue a aceptar la propuesta y llevar nuestros productos a Nueva York — Jungkook asintió, si él hubiese hablado estaba seguro que hubiese aceptado al instante, pero no diría eso, su padre enojado le daba miedo.
—Está bien, esperaré su llamado —fue lo único que dijo antes de concentrarse de nuevo en la laptop.
—Tomaré un taxi hasta el aeropuerto —dijo poniéndose una bufanda color azul.
—Okay. Dale saludos a mamá de mi parte.
—Trataré de dárselos, espero que hagas las cosas bien, no quiero repetir eso —dicho esto salió de la oficina y Jungkook hizo click en enviar.
Fue ahí donde pudo respirar en paz.
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